"Entonces recuerdo que la palabra extranjero es una de las más bellas promesas del mundo,
una promesa de colores, bella como la Libertad"
(Los hijos de la Libertad, Mark Levy)
En esta entrada nueva intento ponerme al día sobre las últimas rotaciones de las que aún no había tenido tiempo para escribir. Se da la casualidad de que de mis tres últimos turnos han sido en tierra firme (onshore) y cada uno en un país distinto: Rumanía, Turquía y Austria.
Países cercanos y con similaridades, pero a la vez que muy distintos en algunos aspectos y en los que por diversos motivos me he sentido en cierto modo un extranjero. Sustantivo al que quiero desligar de esas connotaciones negativas a las que por costumbre le asociamos, ya que creo que una de las mejores maneras de apreciar las particularidades y sobre todo la belleza de un determinado país es observando las diferencias que lo caracterizan y lo hacen distinto, auténtico, inimitable...
Rumanía: "Apa trece, pietrele rămân" (El agua fluye, las piedras permanecen)
Tras aterrizar en el aeropuerto de Bucarest (OTP) tras volar desde Bruselas con Tarom, la experiencia rumana comenzaba con un viaje por carretera de 6 horas desde la capital hasta la pequeña comuna de Pungești en el extremo este del país (viaje que repetiría a la vuelta pero haciendo noche en el Hotel Europa de Vaslui). Un viaje que me permitió descubrir un poco la superficie de un país predominantemente rural y al que aún le queda mucho que recorrer sobre todo en materia de infraestructuras pero también un país con un enorme potencial...
Al llegar a Siliştea, la localidad donde se encuentra el pozo la primera sorpresa fue que volvía a encontrarme en una improvisada prisión. Al contrario de lo que pensaba tampoco en esta ocasión podría salir de las instalaciones situadas en un bonito y fértil valle, ya que habitualmente se formaban protestas en contra del fracking en las inmediaciones (una vez más se trata de un proyecto de fracturación hidráulica) y concretamente Pungești se había convertido en el epicentro de la oposición con numerosas revueltas, ya que se trata de la primera licencia de exploración de este tipo de yacimientos no convencionales obtenida por la empresa americana Chevron la encargada de las labores de perforación sería la empresa rumana Dafora).
En lo profesional destacar únicamente que por primera vez trabajé en el turno de día, lo que quiere decir mayor responsabilidad y un contacto mucho más directo con el cliente, y que también que por primera vez mi empresa ofrecía el servicio de ACC (Advanced Cutting Characterization) un servicio que realiza un estudio mucho más exhaustivo de los cuttings incluyendo entre otras técnicas la medición espectroscópica de los rayos gamma, difracción de rayos X, o el análisis del carbono orgánico total (TOC).
En lo personal, mencionar que la casi totalidad de la plantilla que allí se encontraba estaba compuesta por rumanos, permitiéndome aprender alguna que otra palabra suelta en el idioma local aunque tristemente no lo suficiente para poder desenvolverme. En el aspecto cultural pude descubrir un poco de la gastronomía tradicional, ya que la comida que nos ofrecían diariamente estaba formada principalmente por platos más o menos típicos y además todas las mañanas me acompañaba desayunando un programa de música tradicional de Moldavia (la región de Rumanía, no el país vecino). Por último el equipo de Geoservices, que estuvo formado en esta ocasión por los ingenieros de datos Joan (Francia) y Valentina (Rumanía) Costel, Ramona, Adina, Katerina, Codrin y Florin todos ellos mudloggers rumanos que se repartieron las tareas de ML, SC y ACC.
Al contrario de lo que pensaba en una de mis última entradas, Diyarbakir aún me reservaba una última aventura. Cuando el calor sofocante de julio más apretaba tuve que volar una última vez a la cuna del imperio Otomano ya que complicaciones en las operaciones habían hecho que se retrasase el final de este proyecto. Un vuelo que iba a comenzar con dificultades ya que por un malentendido acabe en el aeropuerto equivocado, preguntando por un avión que no existiría, para que varios taxis y cambios de aeropuerto despues, hacer noche en una fantástica habitación en el TAV Hotel de Estambul, por fin llegar de nuevo a Diyarbakir.
Tras tres semanas en las que la rutina de lo conocido se apoderaba de nosotros a la espera de que llegara el final de una vez por todas este proyecto, que había empezado en octubre del año anterior, (ver entrada) y que se había prolongado mucho más de lo que se esperaba sobre el papel. Un final que por fin llegó y que trajo el ajetreo de hacer por primera vez un rig down (lo contrario al rig up) es decir, desmontar todos los sensores y cableado, además de los equipos informáticos y demás componentes electrónicos. Un trabajo duro y sobre todo físico que por motivos del calor diurno (con máximas de 43-44ºC) decidimos realizar en su mayor parte durante el turno de noche.
En lo personal poco más puedo añadir a lo dicho en las dos entradas dedicadas a la experiencia turca, sobre sus gentes, su cultura y sus diferencias, especialmente en lo referido a la barrera idiomática, y a las costumbres. Me despido de esta etapa muy importante para mi, feliz por haber podido conocer un pueblo tan característico como el kurdo, del cual me consideraré por siempre simpatizante.
Durante esta última rotación, los trabajadores fueron los mismos que en las anteriores en su inmensa mayoría. Los italianos, sirios, turcos y kurdos formaban una extraña mezcla que contra todo pronóstico conseguía que las cosas siguieran funcionando... a ellos se sumaba el multicultural grupo de Schlumberger: viejos conocidos como Ned, Ana, Artem o Lucian junto a otros no tan viejos pero también conocidos como Codrin o Valentina además de un peculiar personaje Vladut, el cual, casualidades de la vida había estado en el Sapphire Driller justo antes de que yo llegase.
Durante esta última rotación, los trabajadores fueron los mismos que en las anteriores en su inmensa mayoría. Los italianos, sirios, turcos y kurdos formaban una extraña mezcla que contra todo pronóstico conseguía que las cosas siguieran funcionando... a ellos se sumaba el multicultural grupo de Schlumberger: viejos conocidos como Ned, Ana, Artem o Lucian junto a otros no tan viejos pero también conocidos como Codrin o Valentina además de un peculiar personaje Vladut, el cual, casualidades de la vida había estado en el Sapphire Driller justo antes de que yo llegase.
Por último quiero despedirme de Turquía rememorando también mi último día en la bonita Diyarbakir. Día que comenzó con una más que merecida Efes en la piscina del hotel Dedeman, para a continuación ir a cortar el pelo y arreglar la barba a un barbero local. Gracias a un papel con alguna palabra traducida al turco pude hacerme entender y disfrutar de un ritual que aún pervive, que incluye desde un masaje facial hasta la limpieza de los oídos, todo ello claro está acompañado de un Türk Çayı (Té turco). A continuación, mis compañeros y yo nos dejamos aconsejar y nos alejamos unos cientos de metros del hotel para disfrutar por última vez de la abundante y sabrosa gastronomía turca en una copiosa cena de despedida. Por último y como colofón final compartimos un narguile. Sin lugar de dudas un buen punto y final.
Austria: "Selbst ist der Mann" (Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo)
Tras un par de días de desconcierto donde no acababa de saber si mi próximo destino sería Gabón, Benin Austria, al final la decisión se decanto por este país centroeuropeo. Tras un vuelo corto hasta el Aeropuerto de Viena (VIE) y un taxi que me llevaría hasta mi nuevo alojamiento, en uno de los apartamentos del Sommer Hotel en Auersthal., una pequeña población vinícola unos 40 km al norte de Viena.
El pozo petrolífero donde trabajaría las siguientes 3 semanas se encontraba a un kilómetro escaso de donde nos alojábamos y para desplazarnos dispondríamos de un coche de alquiler. En este proyecto, el cliente serían los austriacos OMV y los encargados de la perforación la empresa alemana Drilltec. Tras trabajar la primera semana en el turno de noche, cambie al turno de día durante las dos semanas restantes, un cambio que me hace seguir ganando confianza en el trato con el cliente y sobre todo me libera del aburrido trabajo de los informes nocturnos.
Durante este periodo, la inmensa mayoría de los trabajadores con los que comparto el día a día son alemanes o austriacos, con la consiguiente barrera lingüística, aunque debo resalta que menos que en Rumanía o sobre todo en Turquía. Mis compañeros de Geoservices siguen siendo en su mayor parte rumanos, y esto se debe a que el área geográfica (geomarket) al que estoy asignado tiene su base en Ploiești y una gran parte de los compañeros son trabajadores con contrato local (rumano). Como siempre paso lista: Daniel (Polonia) y Petru (Rumanía) también Data Analyst (a partir de ahora pasaré a usar este término, equivalente a Analista de Datos en español en lugar de Data Engineer -Ingeniero de Datos- ya que por algún motivo que desconozco, posiblemente de marketing, nuestra empresa quiere comenzar a utilizar). Entre los Mudloggers volví a encontrarme a Ramona, Florín y Alex, además de a un nuevo compañero Bogdan, todos ellos como ya he dicho también rumanos.
Al estar alojados en unos apartamentos, en lugar de los tristes campamentos habituales, y tener un coche para desplazarnos me encuentro en una situación muy distinta a lo habitual. La libertad de poder ir a donde quieras una vez acabado el turno es algo que se agradece y hace que los días pasen mucho más rápido. No solo pude hacer alguna escapada corriendo por la bonita campiña austriaca, con algún bosque pero en la mayor parte ocupada por viñedos que contrastan con las numerosas bombas de extracción que existen en la zona, si no que diariamente tendría que visitar el supermercado para abastecerme de alimentos o al restaurante de cadena rápida... o ir a la vecina villa de Gänserndorf un par de veces a repostar carburante. Pero sin duda lo que más disfruté fue un sábado en el que junto a otros compañeros fuimos a celebrar el Oktoberfest junto al resto de habitantes del pequeño pueblo de Auersthal. Una experiencia sin duda que no olvidaré.
Tres crónicas de tres países. Tres historias distintas pero con una conclusión única. No podemos olvidarnos de que estamos aquí para vivir, no para ser esclavos de nuestro trabajo... porque al final de todo ¿que nos queda? Yo espero seguir creciendo gracias a las experiencias vividas, las gentes conocidas, las culturas descubiertas, y sobre todo con la ilusión de que aun me queda mucho camino por explorar...
"Los sentimientos se cuelan a través de los barrotes más estrechos, se van sin miedo a la distancia,
no conocen ni las fronteras de las lenguas ni de las religiones,
se reúnen más allá de las prisiones inventadas por el hombre"
(Los hijos de la Libertad. Marc Levy)
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